¿Por qué amo el Coaching?

La respuesta más honesta es: porque el coaching me transformó. Los procesos de formación que he tomado desde inicio del 2000 a la fecha me han hecho un mejor ser, y sigo aprendiendo y desarrollándome con actitud de aprendiz.

Soy de los que ha evitado la tentación de abandonar esta hermosa práctica, para dedicarme a ser un “motivador” (título además que considero incorrecto), camino que parece ser muy atractivo a quienes se forman en esta disciplina. Yo sigo siendo un coach que hace coaching, me gusta, me permite servir de manera directa, y sobre todo, me deja ver como mis clientes alcanzan sus objetivos y la evolución que van teniendo.

Es cierto que la palabra “Coach” se ha puesto de moda, y algunos la mal usan haciéndole un flaco favor al oficio, dejándolo en la frivolidad y la práctica banal; y más que buscar una justificación, es una invitación para marcar la diferencia; para mí es un llamado a ser cada día mejor coach, servir con mayor profundidad, y sobre todo a comprometerme con mayor pasión al ser humano que me abre su mundo, para juntos poder conseguir opciones, que le hagan transitar caminos nuevos y plasme huellas de logros en su andar.  

He vivido la evolución del coaching, en el año 2004 cuando tomé mi primera formación por la vía ontológica, siendo este un modelo tan denso y profundo, ya había una tendencia en la práctica: parecía que el indicador que se tenía para saber como había estado una sesión de coaching, era medido en función de cuanto  lloró el coahee, en muchos casos un llanto liberador, pero llanto al fin, y los coaches “salivaban” con ese “indicador”.  

Hoy es otra cosa, prevalece la búsqueda y definición de una causa personal, la conexión con los objetivos, la transición de lo abstracto a lo práctico, mostrado en acciones de que se es capaz.

Hasta hace poco el coahing virtual era impensable, los puristas se negaban de manera rotunda, incluso yo estuve en esa esquina; hoy la mayoría de mis clientes los veo a través de la pantalla de mi PC o del teléfono móvil.

Aunque hay muchos “coach” que no entienden aun lo que significa la palabra, y muchos menos la práctica de la misma, también es verdad que hay muchos más que lo están haciendo bien, que están dejando en alto este oficio, e innovando; están surgiendo procesos formativos de mucho valor, rigurosidad y profesionalismo, cosa que me alegra y que prefiero enaltecer.

Hay escuelas de coaching de un sin fin de corrientes del pensamiento,  apoyadas en las ciencias sociales; conozco psicólogos que hacen más coaching que psicología; ciertas empresas no sólo forman a sus gerentes como Coach y les pagan procesos de coaching a sus colaboradores, sino que contratan un coach de planta para atender a los miembros y equipos de la organización. Todo esto son muestras que el coaching no es una moda, que aun espacio para muchos,  y que se ubica como una profesión de mucho valor para la sociedad, empresas e individuos.        

Amo el coaching porque me ha permitido conocer gente maravillosa que jamas podré olvidar; he podido descubrir y ver brillar diamantes que estaban esperando salir de la opacidad; también me ha servido como herramienta para ser mejor líder, y servirle a muchos líderes a mejorar sus vidas, desempeño y resultados; porque en cada ser humano consigo una escuela y un nuevo desafío; porque cada día me da muestras claras y me aleja de creerme que sé mucho, por el contrario, servir de coach me mantiene en constante aprendizaje y eso me encanta. Amo el coaching porque las sesiones se convierten en versos, el proceso completo en un poema de vida.

Amancio Ojeda Saavedra
@amanciojeda

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