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Mostrando entradas de 2016

Pronósticos para el 2017

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Ver el futuro y   adelantarse a lo que ocurrirá en los próximos 365 días,   puede ser un acto de “magia”, de gran ignorancia o   de suma irresponsabilidad. Cada año así ocurre y son interpretadas estas líneas; lo mejor del caso es que quienes las creen y las internalizan, les ocurren grandes cosas.    Es factible predecir los “hechos” económicos que se avecinan; aunque como le escuché en una oportunidad a un versado economista: “Mis colegas y yo pasamos 6 meses del año prediciendo lo que ocurrirá, y los otros 6 meses justificando porque no ocurrió”. Pero no son estos los pronósticos a los que me referiré.     Los astros se mueven y las constelaciones hacen sus “jugadas maestras”, y sobre esta base los adivinos, videntes y encantadores hacen sus predicciones, y con ello agitan el mundo de sus seguidores. En este campo tengo menos competencias, y muy poco que decir.  Los pronósticos que me ocupan en esta ocasión, se basan en la posibilidad que tiene cada persona de ser

¡Venezuela libre de resentimiento!

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En días pasados recibí un audio, donde en medio   de un simposio de Coaching Ontológico, que se llevó   a cabo los días 11 y 12 de noviembre del 2016, en la ciudad de Buenos Aires, uno   de los participantes le pregunta a Julio Olalla (una de las autoridades más importante en este tema), sobre qué mensaje tiene para Venezuela. Fue notorio el cambio de energía de su discurso, fue casi compasivo en su referencia,   y entre lo que dijo, me queda clara la tarea que le pone a los Coaches de Venezuela.  J. Olalla narra que ha estado viniendo a Venezuela durante muchos años, incluso, antes de que llegará al poder Hugo Rafael Chávez, y aclarando que es sólo su interpretación, dice al texto lo siguiente : “Yo   la Venezuela que conocí en aquellos tiempos, le escuché una sola emoción, una emoción central: el resentimiento”. Luego   hace una explicación de lo que ocurre en esa emoción, y aclara que una persona resentida no busca justicia, sino   revancha.     Una pregunta y una ta

El día que olvidé los principios

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Los tiempos que vivimos han desafiado de manera diametral muchas de las convicciones humanas, dado que el sistema nos convoca con aberración, a fallarnos a nosotros mismos, a través, de buscar subterfugios amorales para la subsistencia. Esto en ocasiones ha logrado que yo olvide ciertos de mis principios de vida.      Decidí   dedicarme al tema de liderazgo hace muchos años, quizás a inicios de 1996, y fue en la semana santa del siguiente año, cuando me encontré y me dejé cautivar por uno de los libros que ha marcado mi vida: “El liderazgo centrado en principios” de Stephen R. Covey. Esta obra me hizo cuestionarme y comenzar un camino distinto de mi   desarrollo personal, incluso, mucho de lo que logré en los años siguientes como Gerente, fue gracias al riesgo de andar por las sendas que propone el autor.  Una de las prácticas para la selección de personal para mi   empresa, o para alguno de nuestros clientes; o para buscar socios y   aliados, incluso, para establecer un

Ya lo decidió… se va.

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Llega el día, y estas allí frente una juventud que deja sus raíces; jóvenes que difieren la cercanía con sus afectos; supeditan las amistades a la proximidad virtual; dejan que la historia de su país la construyan otros; no hay argumento que valga, se trata de irse para un mejor vivir.  Cada quien le puede poner el calificativo   que desee, desde “huir como un cobarde” o “un valiente que es capaz de sacrificar la comodidad que tiene, para volver a empezar”, no importa lo que otros digan, eso   es accesorio,   lo que importa es que la decisión se tomó por un mejor vivir. Más allá de la repetida foto, de unos pies en posición de abandono sobre la obra de Cruz Diez, hoy desgastada de tantos pasos hacia la salida; o la escena desgarradora del llanto por la separación frente a “la puerta de los lamentos”, esa que se abre automáticamente para dejar ver el flash cuando chequen la salida en inmigración;   las miles de bendiciones que reciben de padres y abuelos; las carreras de