La esperanza nació para no morir

Es potente tan sólo al leerla o decirla. A esta frase se llega gracias a la conexión de dos cosas que lucen como opuesta (la esperanza y la muerte), y en esta construcción se les otorga mayor carácter de antagónico.  

Cuando una frase es repetida por muchos se iza a nivel de “Símbolo” (lingüístico) - los liderazgo se construyen sobre la base de elementos simbólicos - y se suma como uno de los medios que generan conexión con el propósito al que líder invita.

En una sociedad fragmentada en millones de pedazos, donde “unos” y “otros” se han dividido de tal manera que: los “unos” ahora son también “unos” y “otros”, y los “otros” han copiado el ejemplo de los primeros; esto hace que la tarea de unir tantas piezas sea al menos titánica, pero siempre posible.

Quienes creen en “divide y vencerás” hacen siempre un menor esfuerzo y, siempre obtienen peores resultados, ya esto ha sido probado un sin fin de veces. Hoy, cuando la consciencia de una sociedad cuya mayoría está hambrienta de bienestar y prosperidad, no queda otro camino que la unión y la justicia, y sólo un símbolo muy poderoso y una coherencia impecable del liderazgo conducirá a que se cumpla con la tarea.  

Dado que somos educados en una sociedad donde prevalece la desesperanza, esto hace que “La esperanza” sea frágil, fácil de perturbar y esconder con el menor esfuerzo. Estimular la desesperanza es lo que buscan los malos, perversos, sádicos y violadores de una sociedad y sus derechos, sociedad que sólo desea convivir de manera sana y crecer de forma armónica.

Mantenerla encendida   
Acudir a la “Esperanza” para inspirar, motivar y activar a la gente, no  es como apretar un botón, esto, es una respuestas sensata y oportuna a unas causas y sus consecuencias; es una luz que va encendiéndose para pronunciarse ante aquellos que sólo saben usar un trato miserable, desbordado de desprecio por el ser. La gente sabe que el silencio no es el remedio para calmar el sufrir, por ello, se conecta con la esperanza que es una forma de gritar.  

Para mantener viva la esperanza, que sirve de ingrediente principal para enfrentar los desafíos actuales, se necesita:

A) Altas dosis de comunicación. La gente necesita saber que está pasando, cuales son las opciones, cual es el camino y por donde se va en función del camino trazado. Aquí también entra el hecho que en oportunidades por parte del liderazgo, se necesita la interpretación de eventos que parecen equivocados e inexplicables. Comunicar de manera diáfana es necesario para mantener la esperanza.
    
B) Señales inequívocas que se avanza en la dirección correcta. Las personas necesitan sentir que la esperanza se vuelve tangible, o que cada día se acerca más ese lugar deseado, y con ello sortear la facilidad que existe de volver a la desesperanza.

C) Hacerse protagonista. Quienes son parte de un proceso de cambio y transición, necesitan tener responsabilidades claras, ser parte activa del proceso, esto sube la confianza. Los líderes que logran grandes trasformaciones acuden a la madurez de quienes le siguen, para que se den cuenta que no hay “actos de magia”, sino que la magia está en hacer todos los días los actos que corresponde.

D) Confianza en los líderes. Sin necesidad de convertirlos en dioses y con la sensatez que exige un cambio grande y profundo, es menester confiar en la factibilidad del plan, en la capacidad de los líderes y, en las señales de progreso.

Es tiempo que los líderes y los ciudadanos que confiamos en que el cambio está cerca, contribuyamos manteniendo viva la esperanza, y actuando con determinación y paciencia. Vamos bien y sepamos que “La esperanza nació para no morir”.

Amancio Ojeda Saavedra
@amanciojeda 

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