¿Paciencia? ¿Para qué?


En momentos en que el desespero es una luz encendida frente a los ojos que no te deja ver otra cosa, te quema las pestañas, te incomoda, te aturde, revela tu nivel de hastío, la palabra “paciencia” se convierte en un insulto.   

Muchos interpretan la paciencia como inacción, quietud, espera pasiva, extender el límite; yo pienso que paciencia es: la espera justa, esperar que las cosas tomen su tempo y actuar en el momento que se requiere, ni antes ni después.

Aunque su raíz etimológica está relacionada con el sufrir y aguantar, es decir, con la falta de fuerza y dedicarse a sufrir hasta que el tiempo lo resuelva todo; existe una interpretación más sana, que está vinculada a la fortaleza para soportar y elegir el momento correcto de tomar acción.

Un buen amigo en su desespero de no conseguir buena vida en un país del sur, busca irse al norte; una madre convencida que hace lo mejor para su hijo, lo entrega en adopción; un marido desesperado, pide el divorcio; un país harto de que le incumplan las promesas, le da suelta rienda a la anarquía. ¿Qué les pasó? ¿Se les agotó la paciencia?      

No es lo mismo que Nicolás Maduro pida paciencia a que la pida Juan Guiado, no  es igual, no  es la misma paciencia; el primero tiene 20 años tratando de hacer algo y no hay señales de mejora, todo lo contrario; por el otro lado, el líder Juan Guiado tiene tan solo un poco más de dos meses frente al país, ha trazado un camino y el desafío es gigante, porque corresponde desarticular unas cúpulas que están enquistadas en el poder y, por otro lado, levantar el animo e intentar mejorar la calidad de vida de una población que no ve luz (en sentido figurado y literal).     

Cuando alguien nos pide “tener paciencia” lo que está pidiendo es tiempo y calma, y  esta sólo será otorgada sobre la base de la credibilidad, sinceridad y  espacio de acción de quien (y donde) la solicite.
Ni los líderes, ni los políticos de oficio pueden jugar con la paciencia; hasta el grupo humano más sumiso va revelarse y actuar, ya sea de forma disruptiva y estruendosa o  de manera sigilosa y fuera del alcance de los radares de quienes dirigen.     

Se tiene paciencia porque existe una esperanza, se tiene paciencia porque en medio de la agobiante incertidumbre hay una certeza, se tiene paciencia porque el tiempo se estima como un aliado, se tiene paciencia porque el presente marca una diferencia para avanzar, se tiene paciencia porque en la pausa se crean ideas, se tiene paciencia porque se lleva el ritmo de los hechos.

Nos corresponde distinguir las señales de cuando hay que ser paciente y esperar el momento, y cuando hay que presionar y acelerar para que las cosas verdaderamente ocurran. Las señales están ligadas al  sentido común y la lógica, a la confianza y la intuición; es el espacio donde el estar presente y consciente es necesario; la distracción y la negación de la realidad no es parte de la paciencia. Para saber cuando hay que ser paciente se debe estar en el aquí y en el ahora.

La paciencia es una habilidad que se desarrolla, se aprende, se cultiva y se convierte en una virtud, que debe ser administrada con mucha inteligencia, donde sus resultados denotan avance y no retroceso, aprovechamiento del tiempo y generación de resultados; debe servir de hacedora de soluciones y no inacción que complique los procesos.

Que tu paciencia se sume a los buenos, se active para esperar y actuar cuando los tiempos lo requieran; que sirva de señal de confianza a quienes la merecen; que te traiga más sosiego que ansiedad, más energía creadora que impulsos a actuar sin sentido, más cordura, luz y paz.

Amancio Ojeda Saavedra
@amanciojeda

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