Como Coach... con eso me quedo


En días pasados en la cuarta reunión de un proceso de coaching, con una Venezolana de oro, luego de haber concluido esa sesión que podría catalogar como “normal”, a ella le nace contarme una anécdota que le había pasado hace unos días, y guardaba cierta relación con lo que habíamos trabajado; no  era tan importante la anécdota como lo que le estaba mostrando.

El  relato dio paso a lo realmente trascendente de esa conversación, allí estuvo la riqueza de la sesión, en ese momento se despertó la trascendencia del proceso, juntos conseguimos la conexión para dejar como cierre un despertar. Les confieso que se nos movió el alma a ambos. Como coach… con eso me quedo.

No había manera llegar a ese momento de forma automática, y mucho menos de evitar ese desenlace; era necesario pasar 4 sesiones completas para poder llegar a los 2 minutos más exquisitos de ese encuentro. Fue allí donde se alinearon de manera íntima y en perfecta armonía “la posición y tensión del arco, con la dirección de la flecha”, no habrá manera que no acierte en el blanco. El momento fue lúcido, las palabras fueron pocas y precisas, la tarea enorme y el compromiso visible.

Más allá de que ella está en Panamá y yo  en Chile, la distancia y la virtualidad no fue impedimento para crecer  como personas; logramos hacer que floreciera en términos de  lenguaje, emoción y cuerpo, el sentido de la vida. Ella logró ver de manera diáfana, los detalles que le faltaban precisar para no procrastinarse más, y dirigir su pensamiento y acción en la dirección deseada.

Cuando  estas cosas me ocurren como Coach, me invade la certeza que ese momento se convierte en un hito, y marca la diferencia de lo que se desencadenará, es lo  más cerca que tengo como “Garantía” que los resultados serán los que busca el coachado.

No es fenomenológico        

El Coaching no es un proceso fenomenológico, es una disciplina con sustento, con prácticas bien definidas y con solidas  teorías que le acompañan; sólo que al ser un proceso humano, “las recetas” no aplican a todos por igual, así que siempre hay unos espacios en esos encuentros, que se basan en la alta resonancia de la conexión emocional y el sentir.

No son ni  visiones ni revelaciones cósmicas, para mí es el punto de encuentro necesario luego de un camino recorrido, es el resultado de que ambas partes transitaron con disciplina y entrega. Quizás “la magia” está en no querer apurar ese momento, sino dedicarse andar juntos coach y coachado, y cuando ambos están listos, llega una anécdota, una pregunta, un quiebre, un comentario, un chiste, un sarcasmo, un juicio, un suspiro, un silencio, una mirada o una sonrisa, que libera el momento glorioso de darse cuenta de una verdad de consciencia.

El Coaching es la disciplina que me ha permitido crecer desde ambos roles (coach y coachado), y para mí sigue siendo un mar enorme donde sumergirse, indagar y sorprenderse; es una práctica  donde es muy difícil declararse como producto terminado o experto, aquí la constante es el aprendizaje; los resultados son sólo marcas referenciales; el Coaching es la brújula que permite ir de los sueños a la tangibilidad de los mismos; como coach es la oportunidad que me da una persona de ayudarlo a seguir esculpiendo esa gran obra maestra llamada: Ser humano. El Coaching es una de las maneras que he conseguido de cumplir mi misión de vida: Transformar el ser para el liderazgo.  

¿Con qué me quedo?  Con la declaración de agradecimiento, la sonrisa cómplice, la pregunta andariega, el abrazo, la celebración que sí se puede, la grandeza humana… con eso me quedo.

Amancio Ojeda Saavedra

@amanciojeda

amancio@alianzasdeaprendizaje.com

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