Mover a la Gente
“Todas las historias se parecen, vistas de
cerca. Al principio, hay un ser en devenir que duerme. Sufre una crisis. Esta
crisis le obliga a reaccionar. Según su comportamiento, morirá o evolucionará.”
Este contundente pensamiento del contemporáneo novelista francés, Bernard
Werber, nos muestra la tarea para la cual estamos siendo llamados, cada uno de
los ciudadanos. Se trata de morir evolucionar, dependiendo de cómo nos
comportemos ante la crisis. Yo me quedo con la segunda opción.
Los
líderes saben que tienen una responsabilidad enorme cuando invitan a la gente a
una acción; ellos deben entender que su
tarea traspasa la responsabilidad de la convocatoria y el acompañamiento; ellos
tienen que cumplir con que el ciudadano despierte y evolucione. A los líderes,
basados en su capacidad de influir, hoy se les suma la responsabilidad de
sacudir del letargo, y avivar la
necesidad de transformación de quienes le siguen. Ojala y esto lo entiendan con
claridad meridiana.
Cuando
observo a esos famosos personajes, ya
sea de índole político, artístico, farandulero,
deportivo o de cualquier otra actividad, que suman cientos de miles de
seguidores en las redes sociales, y que sólo les sirven para aumentar su ego,
ratifico la necesidad humana que existe de seguir a alguien o algo; al detallar
la situación, me espanto cuando las personas creen ciegamente,
sin considerar lo vacio del mensaje. La
gente prefiere creer en cualquier cosa, sin profundizar más allá de lo
aparente.
Mover
a la gente puede ser una cosa sencilla, porque podrían ir como sonámbulos; el gran
desafío está en que se muevan despiertos, alertas y con la conciencia necesaria, para comprender el camino que les corresponde
afrontar.
Basta
de agitadores que mueven a la gente para que cumplan con sus deberes o reclamen
sus derechos, sin conciencia de la dimensión y el significado de cada cosa. Basta de famosos virtuales, que
sus aportes a los procesos de evolución humana y social son casi nulos. Basta
de personajes enquistados en el poder, que juegan con la paciencia y las
necesidades de la gente. A todos los
anteriores sería una blasfemia llamarlos
líderes.
Los que sí llamaría líderes
Aquellos
que sienten la genuina responsabilidad, que dado su capacidad de influencia, logran que sus
seguidores sean conscientes de la responsabilidad individual y colectiva.
Los
que se alejan de la manipulación a través de la masificación de mensajes,
llenos de más mentiras que de verdades.
Esos
que muestran un comportamiento orientado a la educación, y al paternalismo le
dicen: ¡Alto!
Aquellos
que no buscan medir su fuerza o poder exponiendo a los inocentes, sino, que
demuestran sus capacidades generando resultados.
Los
que dicen con hechos, que han sido capaces de evolucionar a las viejas
prácticas, y hoy ejercen un liderazgo adecuado a las nuevas formas sociales.
Finalmente,
me atreveré a llamar líder, a todo aquel
que su historia es humana, con sus luces y sombras; que el servir y las muestras de ética y moral, lo trajeron
al presente; y su futuro, lo construye con gente que con plena conciencia, se
mueve a una sociedad más sana.
Mover
a la gente es un acto de liderar con consciencia.
Amancio Ojeda Saavedra
@amanciojeda
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