Líder se te están agotando las fuerzas
El
ocaso es un lugar obligado para todos, y los líderes no escapan a ello; el
legado de un gran líder se mantendrá en
el tiempo, en la medida en que lo haya edificado sobre la base de corazones que
desean que permanezca vivo, y que sea útil.
Mil
maneras de liderar, mil maneras de comprender e interpretar el mundo y su sistema relacional, mil maneras para crear, y solo una manera
para estar vigente en el tiempo, un legado
de servicio.
Los
grandes líderes tienen la particularidad de ser amados por unos y odiados por
otros, acompañados por muchos y abandonados por otros, entendidos por quienes
le aman y mal interpretados por quienes
no han sido capaces de estar mucho tiempo cerca de él. Al final, cuando llegue el momento en que no
esté, de él hablará lo que fue capaz de
crear.
El
legado duradero, útil, poderoso y que
contribuye al mundo de manera tangible, es la educación; todos los líderes que
han formado uno o miles de personas, han servido para dejar un mundo mejor, ellos con trabajo le
han restado a la humanidad ignorancia, miseria y mediocridad.
Hoy quiero honrar a mí padre, de quien llevo sus dos nombres y el apellido, un líder innovador de la educación,
un hombre que sirvió como docente de aula hasta dirigir su propio instituto
universitario, un académico, colmado de defectos y de
virtudes, con una terquedad muy propia y que lo llevo por caminos de altas satisfacciones y bajos dolores; un
hombre que vive la vida a su manera.
Gracias
a su iniciativa, hoy hay miles de profesionales haciendo de este mundo, un
mundo mejor. Tengo la certeza, que se
empeñó contra viento y marea, contra
burócratas y mediocres, por hacer cada día mucho más por la educación de este
país, la tierra que lo pario y donde siempre estará sembrado.
El
24 de agosto del 2012, el consejo legislativo del Estado Zulia le otorgó a su amado Instituto Universitario “Jesús
Enrique Lossada”, la orden “Rafael María Baralt” en su primera clase, en ese
solemne acto, me correspondió dar un discurso de agradecimiento y reconocer la
labor de mi padre. Disculpen el arrojo de citar mis propias palabras, que en
esa oportunidad (como hoy) escribí con amor para él, al texto dicen:
“…Con el
permiso de los presentes, permítanme dirigirme al Lic. Amancio Ojeda Cabrera
como mi padre, es necesario para mí hacerlo en este momento.
Papá
nunca hemos dudados que siempre preferiste subir caminando, el facilismo no era
una opción para ti, tus convicciones te llevaron lugares tan altos, que nos
mostraron que, sobre la base de acciones
honestas podríamos llegar más seguro a nuestras metas. Quiero agradecerte
personalmente por todas las lecciones de
vida, por todas las lecciones académicas; por educarnos desde el ejemplo
lo que significa la perseverancia; junto
a ti aprendí mucho de lo que soy, y lo mejor es que sigo
aprendiendo. Admiro el ser inquieto que eres, admiro la capacidad creativa que le pones a cada
proyecto que emprendes, siempre en el
balance consigo que tus virtudes son más grande que tus defectos.
Como
hijos tenemos el deseo de ser “mejores” que nuestro padres, y la verdad es que me pusiste la
barda alta, haré mi mejor esfuerzo para ser ejemplo, y dejar un legado como
el que estas dejando. Confía que tu
nombre, mi nombre y el de mi primogénito no se enlodará en mi generación, ninguno no los merecemos…”
Hoy las
facturas del tiempo, los designios del creador y el llamado de los abuelos,
está apagando poco a poco la lucidez, la
fuerza y la vida de este líder, mi
padre. Ha sido tan terco como
creativo; tan efervescente en sus
emociones como emprendedor; tan enamorado como buen cocinero; tan soberbio
como amigo leal; tan caprichoso como ávido
lector; tan glotón como cariñoso; definitivamente tan tú. Cuando llegue la
hora, recibe mi amor, échame la bendición y que tengas un buen viaje.
Amancio
Ojeda Saavedra
@amanciojeda (Twitter e
Instagram)
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