A un manipulador no se le llama líder.
En una sociedad donde se convierte en un cliché que:
“no se puede confiar en nadie”, siendo esto una generalización injusta, y que desde la práctica es falso, ya que pasamos la vida confiando en otros, entonces: ¿Cómo confiar en un líder?
En la necesidad de solución de las cosas, o en la
búsqueda de lograr cambios en la inmediatez,
se suele dar la confianza aquella persona que dice lo que se desea
escuchar, y luego viene la decepción y la frustración. Esto ocurre desde lo
político hasta con un albañil.
Los líderes tienen la tarea de ganarse la confianza de
la gente, a ellos les corresponde hacer que quienes le siguen confíen en él,
para luego poder contagiarles con su visión y
deseo de cambio.
Cuidado con la manipulación
Es muy sencillo
ganarse la confianza desde la manipulación, y todos hemos aprendido a manipular
de una u otra forma; por tanto se hace
un lugar común las prácticas de manipulación en las relaciones humanas,
incluyendo los procesos de liderazgo. Los líderes deben tener cuidado con hacer
de la manipulación una habilidad.
Los líderes pueden manipular desde la victimización, la compra de conciencias, mentiras (o medias
verdades) muy bien planteadas, promesas construidas en fantasías, falsos actos
heroicos, “ganando indulgencias con escapularios ajeno” como dice el refrán popular, entre muchas otras prácticas efectistas. Lo
anterior más allá de ser cuestionable, es la muestra más diáfana de un
liderazgo sin cimientos.
Quien dirige una organización, un grupo Scout, una iglesia, un partido
político, un consejo comunal, etc. Debe
saber que no necesita manipular para poder dirigir, lo que le corresponde hacer,
es ganarse la confianza de la gente siendo una persona autentica, mostrando sus
virtudes y defectos, y dándose el
espacio y el tiempo para que realmente le conozcan.
Las bases de la confianza
Hay tres (3) bases en las que un líder se debe apoyar para ganarse la confianza de
las personas, y así convertirlos en
verdaderos seguidores sin la necesidad de usar la manipulación, estas
son:
a. La sinceridad, se
trata de comunicar la verdad desde los hechos, sin usar “maquillaje” que
ponga los mismos a su favor. Decirle la verdad a quienes le siguen es un
aspecto vital del liderazgo, incluso,
cuando esa verdad le traerá
consecuencias no deseables al líder.
Cuando se es sincero con la gente, se es digno
de confianza.
b. La credibilidad, está referida a la historia que
acompaña a la persona. Un banco otorga un crédito (que es un acto de confianza),
cuando el historial como cliente muestra
que será un buen pagador. La credibilidad del líder es la existencia de la
congruencia, es haber construido un camino de hechos que lo conducen a merecer
la confianza de la gente.
b. El espacio de
acción, es un elemento importantísimo
para completar la confianza, se puede ser digno de confianza para un
área y no para otra. Que alguien se gane la confianza como director de orquesta
sinfónica, no quiere decir que esa misma confianza ira intacta como piloto de
avión. Por tanto los líderes deben saber cuál es el espacio de acción donde deben construir y ganarse la
confianza, mientras mayor concentración de
esfuerzo sobre un área coloquen, más rápidamente podrán ganarse la
confianza; si diluyen la energía en muchos aspectos, será más complicado que la
gente comprenda en donde confiar.
Se puede decir la verdad, y tener poca credibilidad,
se puede tener credibilidad y ser sincero y no estar en el área de acción correcta;
y así se pueden ir conjugando estas tres (3) variables. Sólo cuando se es sincero, se tiene credibilidad y se
está en el espacio adecuado, se gana la confianza.
Seamos cada día más conscientes que necesitamos
confiar en la gente, y estas bases que presenté anteriormente, son un buen medio para saber si podemos
confiar, y sobre todo, si somos dignos de confianza.
Amancio
E. Ojeda Saavedra
@amanciojeda
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