“Los pobrecitos” y “Los herméticos”
Consigo como práctica común, que muchas personas suelen
tomar dos extremos cuando tienen
“problemas que los agobian”, los he caracterizado en dos tipos: “Los
pobrecitos” y “Los herméticos”.

A “Los herméticos” les cuesta compartir sus intimidades,
son los que nunca le dicen nada a nadie, se callan sus problemas, se ahogan en
ellos; buscan hacer creer que todo está bien y, que ellos por más problemas que
tengan son fuertes, autosuficientes, y pueden resolverlo todo, se crean una
imagen de “Personas fuertes”.
En lo particular creo que ambos extremos (como todo
extremo) no es un camino sano, para ambos existen consecuencias poco saludables
en cuanto a la vida y en cuanto a las relaciones. Revisemos algunas:
• “Los pobrecitos” se hacen dignos de lástima, y la gente
se cansa de cargar con personas que no puede llevar su propia carga sin usar
“muletas”.
• “Los herméticos” se notan tan autosuficientes, que la
gente no les ofrece ni les brinda ayuda.
• “Los pobrecitos” se hunden en su propio juego de victimización, lo cual nos les permite
desarrollar recursos para la toma de decisiones en momentos importantes (caen
en su propia trampa).
• “Los herméticos” generan una coraza tan gruesa que
pierden la capacidad de exteriorizar su sensibilidad humana.
• “Los pobrecitos” debilitan su sistema inmunológico y sus sistemas de defensas, esto los hace más
propensos a enfermedades y llaman más los problemas.
• “Los herméticos” al callar todas sus angustias y
sinsabores, al no expresar lo que sienten, llenan su cuerpo de sustancias tóxicas que terminan generando
en enfermedades (son comunes los problemas gástricos).
Ésta es una corta lista de consecuencias,y a continuación escribo lo que a mi juicio debería ser
una conducta razonable, equilibrada y sana.
Equilibrio
En este aspecto debe haber un equilibrio, no se necesita
andar con un cartel que diga: “Mi problema de Hoy es: ...” o uno que diga “No
me pregunten qué me pasa, que no les contaré”.
Todos tenemos la necesidad de confiar en alguien, de hablar sobre nuestras
angustias, de expresar lo que se siente, y por sobre todas las cosas, sentirnos
y ser realmente escuchados.
Tener problemas no es sinónimo de debilidad, tener
problemas es parte de la vida; así que
contarlos es una buena manera de conseguir soluciones y recursos, también es
una forma de hacer catarsis, ahora, poco ayuda el contárselo a todo el mundo.
Mi propuesta es que nuestros problemas por grandes que
luzcan, tienen solución; y si decides compartirlos con otras personas para que
amplíen tu horizonte de soluciones, debe ser con mesura, siempre será mejor
hacerlo con quienes realmente les importas como persona y con aquellos que
realmente pueden contribuir a la solución. También propongo que se sepa elegir
a ese amigo (o consejero), y que éste sepa que en ocasiones: deseas ser
escuchado, sin juicios y sin consejos.
El escucharnos a nosotros mismos, en muchas oportunidades
nos ayuda a liberarnos y a conseguir grandes soluciones.
Debes saber cuándo necesitas ser solamente escuchado y
cuando necesitas un consejo; al tener
esto claro, sabrás a quién buscar y qué pedirle a esa persona.
Tus problemas te pertenecen y te afectan hasta que te hagas cargo de
decidir y accionar, para solucionarlos o disolverlos; los consejos podrán serte de ayuda, mucho más
que tomar una posición de “Los pobrecitos” o de “Los herméticos”. Por encima de
todo lo anterior, lo que realmente
importa es el “consejo” que viene con tu preparación física, emocional, mental
y espiritual; para ver los problemas como una posibilidad de crecer y no como
limitación para seguir adelante. ¡Ponte en Acción!
Amancio E. Ojeda Saavedra
@amanciojeda
amancio@alianzasdeaprendizaje.com
Comentarios
Publicar un comentario