El Triangulo de las Bermudas de las Relaciones

Existe un “Triangulo  de  las Bermudas” donde se pierden las relaciones personales, ya sea de pareja, de amigos, de compañeros de labores, entre otro tipos de relaciones. Es un ciclo perverso que de manera inconsciente cada integrante de la relación decide jugar un rol, y  de esa manera se busca el logro de  objetivos, en la mayoría de los casos pagando un costo emocional  alto.

Este Triangulo, se define por tres conductas muy bien definidas, que son:

“La Víctima”, quien desde un comportamiento de minusvalía, se presenta ante los otros para lograr la complacencia (en muchos casos la lástima) y así obtener lo que busca. Quien se acostumbra a jugar este rol, no  toma consciencia que está minando  su autoestima, negándose la oportunidad de desarrollar todo su potencial y, lograr las cosas por sus propios medios.
“El Verdugo”, es el “malo  de la película” es quien “tiene la culpa de todo”, “agresor de la víctima”, un ser que es catalogado como intransigente, “mal intencionado”, supuesto responsable de lo que le ocurre a la víctima.
“El Salvador”, es quién protege a la víctima, sirve de proveedor del sustento necesario (material o emocional) a la víctima, para que siga en esta conducta, es quien se llena de gloria por sus actos heroicos de sobre protección ante los ojos del mártir. 
Así Funciona 
Cuando comienza a funcionar en una relación este juego de roles, se entra en una espiral decreciente y decadente, que terminará acabando con la relación o en el mejor de los casos llevándola a un circulo vicioso que no permitirá el desarrollo pleno de sus actores.
El Padre juega el rol de  verdugo ante sus hijos, los hijos son las víctimas, y la madre es la salvadora; en esta misma familia, el papá puede asumir el rol de victima ante su esposa, ella es su verdugo y la comprensiva hija hembra será la salvadora ante esa “cuaima”. 
Así transcurre los años y la vida dándole poder a quienes no lo merecen, quintándole oportunidad a quienes tienen  la capacidad de brillar y haciéndonos cargo  de situaciones que no nos corresponden.
 
Basados en que este modelo de comunicación y relación, se convierte en un sistema, la única manera de romperlo,  es que unos de los actores decida no participar más bajo  este modelo  y romper con ese ciclo. Esto no significa que debe abandonar la relación ni las personas que las integran, solo que pone un alto  a ese Triangulo peligroso.
Cuando unos de los actores decide detener un proceso como este, lo primero que ocurre es una alta resistencia por parte de las otras personas, se sienten desvalidas, abandonadas, maltratadas, etc. Incluso ese sentimiento proviene de la misma manera de relacionarse. Por ello quien decida romper el esquema debe estar preparado para lo que vendrá, debe comunicar claramente lo que está ocurriendo y  servir de guía para que todos puedan superar ese esquema improductivo.
Se debe incrementar la ASERTIVIDAD al máximo posible, comunicando lo que se siente y  se desea, sin la necesidad de sentirse culpable y mucho  menos herir a las otras personas.
Es necesario apoyar a los otros, y con esencia de EDUCADOR,  permitirles que descubran las cosas que no funcionan de la relación, cuando  se utiliza este modelo, y  que  juntos logren conseguir un sistema de relación más poderoso para todos.
Es prioritario que quien decida cortar este sistema, no pierda la CONSISTENCIA del proceso de cambio, para ello debe mantener un alto nivel consciente en las conversaciones trascendentes, para evitar caer de nuevo  en la “trampa”.
Una forma de saber cuándo se hace uso de este triangulo, es agudizando la ESCUCHA y al prestar atención  a las peticiones, ofertas, promesas, declaraciones y juicios, donde sientas que hay manipulación, minusvalía, acusación o soberbia por parte del otro, es casi  seguro  que se esté buscando  instalar el “Triangulo  de las Bermudas de las Relaciones”.
Nada podrá ser más esperanzador para las relaciones humanas,  que el mantener un modelo de trato basado en el reconocimiento propio de las capacidades y de las oportunidades para aprender, la aceptación del otro, y recoger los frutos de un crecimiento humano acompañado por quienes igualmente se engrandecen. 
Amancio E. Ojeda Saavedra
@amanciojeda

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